Fotografía de Maudslay (1889-1902: Vol. 1, Plate 20).



La primera mención a las ruinas de Copán que obra en archivos se encuentra en una carta que el explorador Diego García de Palacio escribió al rey Felipe II de España en 1576. En dicha carta, menciona que los personajes que aparecen en los monumentos de Copán le recuerdan a monjes y a obispos.

No es sino hasta 1699 que se hace una segunda mención a esta antigua ciudad, en una crónica de Antonio de Fuentes y Guzmán quien, sin embargo, probablemente jamás visitó Copán en persona, basando su comentario en la versión de alguien que sí lo hizo.

En 1834 y como resultado de su primer encargo oficial por parte del gobierno de América Central, Juan Galindo preparó el primer informe ilustrado de Copán, que incluía un esbozo de mapa, así como algunas secciones y planos de edificios e inclusive dibujos de algunos monumentos. A Galindo también debe dársele el crédito de haber llevado a cabo las primeras excavaciones en el sitio, ya que descubrió y registró el contenido de una tumba en el Patio Oriental.

En 1839, John Lloyd Stephens y Frederick Catherwood pasaron varias semanas en Copán, retirando la vegetación y realizando dibujos detallados de los monumentos, así como un mapa del sitio. La publicación de su trabajo, dentro de la famosa crónica de sus viajes por América Central, Chiapas y Yucatán, dio a conocer al mundo la existencia de Copán.

Otro viajero famoso, Alfred P. Maudslay, visitó Copán en 1885 y de nuevo en 1894. Llevó a cabo algunas excavaciones y realizó moldes de yeso de muchos de los importantes monumentos localizados hasta entonces. Su contribución más conocida, no obstante, son sus soberbias fotografías que, aún en nuestros días, siguen siendo el mejor registro fotográfico llevado a cabo de los notables monumentos de Copán. Esta gran calidad hace de sus fotografía un recurso indispensable para los investigadores de la epigrafía (estudio de la escritura) e iconografía de la cultura maya.

Entre 1891 y 1895, el Museo Peabody de la Universidad de Harvard organizó diversas expediciones a este sitio, en el curso de las cuales se descubrió y excavó la famosa Escalinata Jeroglífica.

El prominente mayista Sylvanus Morley, quien trabajó durante la primera mitad del siglo XX para la Institución Carnegie de Washington, publicó Las Inscripciones de Copán, que en su momento fue un inventario completo de las inscripciones talladas en los monumentos conocidos hasta entonces.

Entre 1935 y 1946, la Institución Carnegie excavó y restauró, entre otras cosas, el Juego de Pelota A, la Escalinata Jeroglífica del Templo 26 y las estructuras 11, 12 y 22.

En 1970, con el fin de explorar y determinar la función de los diferentes componentes arquitectónicos de la ciudad, Hasso Hohmann y Annegret Vogrin iniciaron un amplio reconocimiento arquitectónico de Copán. Sus resultados se publicaron en diversos informes y publicaciones.

En 1985, el arqueólogo estadounidense William Fash puso en marcha el Proyecto Mosaicos de Copán. Su propósito consistía en documentar y restaurar, en la medida de lo posible, toda la escultura arquitectónica que había caído de las fachadas de los edificios de Copán. Con el correr del tiempo, este proyecto se integró al Proyecto Arqueológico Acrópolis de Copán.

Este último, auspiciado por el Instituto Hondureño de Arqueología e Historia (IHAH) es el sucesor y heredero de todos los esfuerzos anteriores y su función es coordinar todos los trabajos arqueológicos actuales, ya sea de manera directa o mediante la colaboración con otras instituciones.



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